Mitos sobre la Pareja |
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Cuando una pareja comparte gran parte de su tiempo juntos ya no sólo en casa, sino con las amistades, actividades externas, trabajos… pueden llegar a saturarse y agobiarse, ya que aumenta las probabilidades de discusión y disminuyen las aportaciones individuales que cada uno puede ofrecerle al otro contándole sus propias cosas.
Para que una pareja funcione no es necesario pasar todo el tiempo juntos, pero sí compartir momentos importantes y respetar los espacios individuales de cada uno, que luego podrán convertirse en conversaciones entretenidas en pareja. De esa manera siempre tendrán cosas de las que hablar y compartir en esos momentos juntos. La novedad siempre debe andar presente para no habituarnos al otro.
Cuando en la convivencia con la pareja se llega al punto en el que sólo existe dolor, odio o rencor, cuando no hay interés entre los miembros de la misma, ni ganas de solucionarlo, es mejor disolver dicha convivencia. Que la pareja se rompa no implica que lo haga la familia, son conceptos diferentes, lo que hará la familia será cambiar. Pero eso no significa que vaya a ser para mal. La gran mayoría de las ocasiones en las que se viven estas circunstancias, la separación ayuda a la expareja a llevarse mejor y tener mejores relaciones con su propia familia y con los hijos. Otras en cambio, la relación no mejora, pero al distanciarse, para el conflicto que provoca tanto dolor. La estabilidad no es sinónimo de felicidad.
El mito del amor romántico donde el amor todo lo puede es mas bien material de Disney que una realidad. El amor es necesario para la relación de pareja, pero pocas veces es suficiente. Si la pareja no funciona en el resto de variables posibles e importantes para los miembros como pueden ser los valores, los proyectos de futuro, el concepto de pareja, la confianza…, es probable que con el tiempo el amor se vaya debilitando por los conflictos causados por aquello que no va bien.
En realidad los roles que han sido adjudicados en la historia de nuestra cultura a la mujer y al hombre, no son lo que les convierten en un buen marido o una buena esposa. Es decir, la tarea que uno llegue a hacer no determina su calidad en un rol. Hoy en día, los orles dentro de la pareja los debe de establecer la misma pareja y pueden ir cambiando según las circunstancias, lo que es importante es que ambos miembros estén de acuerdo con tal distribución. Por ejemplo, si habitualmente la madre es la que baña al pequeño y la cambian en el turno de trabajo que tengan la suficiente flexibilidad como para que el padre se pueda encargar ahora de ello y si no es posible, repartirse la imposibilidad entre los dos o buscar otra alternativa juntos.
El tener un hijo/a no es una condición necesaria para que mejore la relación de pareja. Es más, normalmente las parejas que recientemente han tenido hijos, están más estresadas hasta que se adaptan al nuevo cambio de rutinas, al cuidado del bebé, al cansancio… Y la pareja puede erosionarse al tener que lidiar con nuevas dificultades y problemas que deben de resolver juntos.
El amor no dota a los miembros de la pareja de telepatía o poderes. De hecho, para tener una buena relación con la pareja es necesario que exista una buena comunicación, en la que se puedan contar las emociones y pensamientos de manera libre y adecuada y haya momentos para la escucha y solución de problemas.
