Consecuencias de valorar el resultado por encima de todo
Vivimos en una sociedad consumista que valora los productos finales, los resultados y no presta atención ni a las ideas, ni a los procesos, ni al esfuerzo. Sólo vale lo que se saca y se tarda lo menos posible con el mínimo coste. En la educación no es muy diferente. Por mucha evaluación continua que se introduzca en las evaluaciones, la realidad es que o sacas un resultado x en los exámenes o estas suspenso. Que pasa con tod@s aquell@s niñ@s que se esfuerzan mucho para llegar a menos nota, a veces ni siquiera al aprobado? Les lanzamos el mensaje de que no ha servido para nada dicho tiempo y esfuerzo porque depende del resultado. Que ocurre con los que se saben el temario y se ponen nervios@s ante la evaluación, que les mandamos el mensaje de que no vale la pena esforzarse porque no te lo valoran, solo el numérito del examen. Hoy en día se fomenta la desmotivacion ante el estudio porque no valoramos lo suficiente el trabajo de nuestr@s alumn@s. No hablo del profesorado, no hablo de los padres o madres, sino en general de la concepción social y sistema educativo que nos influye a tod@s sin que nos demos cuenta. Este pequeño comienzo se transforma con los años en adultos que se fijan ciertas metas y que hasta que no las consiguen no se sienten satisfechos consigo mismos. Personas que no disfrutan del proceso y que se frustran y hunden cuando no consiguen los éxitos planificados, puesto que su valía personal depende de alcanzarlos. Todo el tiempo dedicado, el esfuerzo, las ideas del camino carecen de sentido para ellas y en muchas ocasiones tirarían la toalla antes si hubieran sabido el resultado. Plantearse metas y objetivos es completamente necesario porque son motor de la motivación, pero aprender a saber adaptar el plan preestablecido a la realidad, flexibilizar metas y sobre todo disfrutar día a día del camino hasta conseguirlo y reconocer en él los pequeños logros que hacen posible el avance y conectar con las características positivas propias que hacen posibles dichos logros, es lo que realmente lleva a la felicidad y a mantener una autoestima adecuada. Los resultados no siempre van a depender de nosotr@s. Multitud de variables externas, situaciónales o internas pueden ser impredecibles e incontrolables. Obsesionarse por controlarlas, culparse por no haberlo hecho o ver en el resultado tan sólo el fracaso es lo que nos lleva a la insatisfacción plena de nuestras vidas. Conclusión, aunque el sistema educativo y la sociedad lo pongan difícil, como padres, madres y profesionales dedicad@s al ámbito infanto-juvenil, hagamos un esfuerzo por enseñar a nuestr@s nin@s a valorar justamente su participación en los éxitos y los fracasos, a relativizar la importancia de no llegar a la perfección, a aprender a flexibilizar metas y cambiar de objetivos en función de las posibilidades, a encontrar siempre un motivo por el que sentirse valid@s y a no perder la ilusión por las cosas difíciles de alcanzar, aprendiendo en el camino estrategias que nos ayuden a completar caminos posteriores y sintiendo que todo lo que se hace vale y se hace para un@ mism@ independientemente del resultado.